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En cosa de horas comienza el World Rugby Trophy para menores de 20 años, torneo que entrega al campeón, un cupo para integrar el próximo año el grupo de elite en la competencia de menores a nivel mundial, el Junior World Championship.
¿Que se espera de la participación nacional? A la hora de pensar en que es lo que queremos ver en esta competencia, es el deseo de una mejora sustancial del rugby chileno a nivel juvenil, pero ya de entrada es algo complejo, siendo realistas, este nivel, el rugby juvenil en chile, no está estructurado de tal forma que permita una competencia de calidad que explote el desarrollo de los jóvenes de forma correcta, aunque nada descarta la posibilidad de dar una sorpresa, bien se dice que los partidos hay que jugarlos. Por otro lado, será el primer gran ciclo que veamos del jefe técnico nacional, el francés Bernard Charreyre, quien ha estado cercano a este grupo desde su llegada, tanto en giras, como en el país, por lo que debiésemos ver algo de su impronta reflejado en el plantel, y la búsqueda, a partir de la defensa, de esa identidad de rugby hecho en chile que comentaba a su llegada.
La derrota ante Brasil, por primera vez a este nivel, como último partido previo a esta cita, levanta cierta preocupación, a esto debemos sumar que los rivales de los cóndores M20 también llegan con responsabilidades y mucho que demostrar.
Japón es el primer rival, país que sin duda espera encontrar dentro de este plantel algún jugador que llegue a destacar para la copa de 2019 cuando reciban el mundial de selecciones mayores, pasara luego Namibia y se finalizara con Canadá para ver en que puesto se termina la fase grupos, ambos países con un juego más frontal aprovechando su contextura.
¿Pero dónde está el verdadero desafío de Chile? A horas de disputar un torneo internacional, lo verdaderamente importante es trabajar en la continuidad en el rugby de los jugadores, no son pocos los casos de chicos que una vez finalizado esta etapa, el de participar en un torneo mundial, sienten que cierran con broche de oro una etapa de su vida, la de rugbier, dando paso a otras prioridades, el problema esta en que el rugby en chile es una institución muy frágil, en todo sentido, la apuesta por estos chicos, en que obtendrán una gran experiencia es muy alta y debe ser consolidada. La tarea primordial viene finalizada la competencia, se deberá guiar a los jugadores hasta alcanzar una madurez que les permita seguir solos y que no abandonen el rugby como generalmente pasaba con algunas buenas generaciones, dejando talentos en el camino u otros casos de que por falta de seriedad en la estructura busquen otros horizontes.
Chile en este torneo no tiene absolutamente nada que perder, van 3 años de no participar en este certamen y se siente, hoy los jugadores que sostienen los diversos seleccionados adultos eran los chicos de Salt Lake City de 2012 y el recordado JWRT de 2013 en nuestro país, con el bochornoso cambio de sede incluido, y es esta generación, más la que viene trabajando Gonzalez Soborido y Cortes, las llamadas a sostener el rugby chileno por los próximos 12 años -3 ciclos- y por qué no, el de levantar de una buena vez el vuelo internacionalmente, así de importante es el inicio del JWRT para Chile. Atrás debe quedar que a este torneo se llegó por la puerta pequeña, ya que el derecho en cancha fue para Uruguay, pero al ser ratificado como organizador del certamen pudo ceder su clasificación a quien derrotara en la final hace ya un tiempo en canchas de Old Boys.
Como algo intrínseco en chile es sentir que ya estamos atrasados en esta materia en comparación a nuestros vecinos, el desarrollo juvenil y de menores en general pide orden y competencia en nuestro país, desde asociaciones a federación, para que los chicos demuestren sus reales capacidades y que no sea esta una generación perdida producto de la desatención clásica de nuestras castas dirigenciales.
Éxito para lo que viene.
Ah y Cóndores M20 suena mucho mejor que Cóndores Jr. por favor.
