Compartimos esta nota del diario La Estrella de Valparaíso
Con apenas tres meses de entrenamiento y a sólo semanas de constituirse, «Huracanes Quinta Región» quiere dejar a todos con la boca abierta en su primera participación en el campeonato nacional que se realizará en agosto.
Mirian Mondaca Herrera. – La Estrella de Valparaíso.
La mano izquierda de Santiago Román sostiene con fuerza un balón, mientras que con la derecha impulsa con potencia su silla de ruedas para hacer un rápido movimiento y sorprender a su adversario. La agilidad del joven sorprende, su silla parece una extensión de su cuerpo; hace parecer fácil lo que para la mayoría de quienes no practicamos deporte competitivo sería todo un reto.
Al conversar con Santiago, aprovechando un breve alto en el entrenamiento, las dudas se despejan: durante mucho tiempo viajó a la capital para practicar rugby en silla de ruedas y, junto a un grupo de jóvenes, tuvo la idea de introducir este deporte en la zona. Y, como su lema es no quedarse sólo en las palabras, fue parte de la conformación del primer equipo de esta disciplina en la región, y hoy es su presidente.
Como un ciclón
«Huracanes Quinta Región» es el nombre del inédito equipo regional que se constituyó hace algunas semanas y, haciendo honor a su nombre, su evolución ha avanzado más rápido incluso de lo que sus propios miembros pensaron. En poco más de tres meses de trabajo constante, sus 12 integrantes ya tienen un desafío importante por delante, donde deberán medirse contra rivales de fuste: el Campeonato Nacional de Rugby en Silla de Ruedas, que se desarrollará en Santiago entre el 11 y el 14 de agosto.
Todas las piezas del grupo; jugadores, equipo técnico y médico, trabajan sin recibir apoyo económico a cambio. Sólo el deseo de practicar deporte y hacer crecer la especialidad en la región es su motor. Pero, no por ser novatos irán a pasear al campeonato, ya que se están preparando rigurosamente con entrenamientos dos veces por semana en el gimnasio de la Universidad de Viña del Mar en Rodelillo. De hecho, el director técnico del equipo, Héctor Figueroa, indicó que «se ha logrado harto en este tiempo a full de entrenamiento. Estamos preparándonos con ganas para ir al campeonato. Es un reto tener una buena participación».
La mano de Figueroa y el resto del equipo técnico y médico, integrado por cuatro alumnos y dos docentes de la carrera de Kinesiología de la universidad, se nota en el desempeño de los jugadores. Es innegable el avance que han tenido en el aspecto físico y también táctico, reconoce Santiago Román.
A modo de ejemplo, el presidente del club menciona con cierta emoción el caso de un joven que llegó al primer día de entrenamiento con una silla de ruedas eléctrica y escasa movilidad en su tren superior, pero que con el curso de las semanas logró un avance significativo y ahora realiza desplazamientos de forma autónoma. «Somos personas con discapacidades bastante altas, pero no por eso no podemos hacer deporte. El querer es poder, y hay muchas cosas que nosotros podemos hacer. La mente no nos puede limitar», expresó Román.
Preparación
Dos veces a la semana y por casi tres horas, los jóvenes de «Huracanes» tienen a su disposición el gimnasio ubicado en Rodelillo; es la frecuencia a la que pudieron optar, ya que el lugar es usado por alumnos de las carreras de la universidad que están en ese sector. Por el momento, es el único lugar que tienen para entrenar, lo que los hace depender de la disponibilidad que tenga la casa de estudios.
El lugar tiene todas las condiciones para desempeñarse allí, comenta Santiago, pero -aunque están cómodos- no oculta su deseo de poder tener una segunda opción en el caso de cualquier eventualidad. Pase lo que pase, los trabajos de preparación no pueden parar.
Mientras Santiago regresa al entrenamiento, el coordinador del equipo técnico y kinesiólogo de la universidad, Felipe Herrera, destaca las cualidades de la preparación que están realizando.
Además de ejecutar trabajo en cancha, los jugadores usan las máquinas disponibles en el gimnasio. En ellas, acota el también docente, «se realizan los ejercicios físicos para aumentar fuerza, mejorar su rango articular y generar su estabilización, porque la lesión que tienen es bien compleja, son personas con lesión medular alta, tetrapléjicos».
La condición descrita, agrega el profesional, «genera que no tienen sensibilidad en muchas partes del cuerpo y su musculatura se atrofia por falta de movimiento. Tenemos que potenciar músculos principales a nivel de la estructura superior, para poder generar un buen ritmo y desplazamiento en la silla de ruedas».
Mientras los jugadores realizan algunos ejercicios con el balón, el director técnico se acerca unos instantes para completar la información sobre la labor hecha en la cancha. Figueroa comenta que -como es habitual en los días previos al campeonato- los rugbistas harán, «trabajo de pases, coordinación, dribling entremedio de conos, circuitos de resistencia (…) esto es bastante trabajo cardiovascular. Entonces, hay que tener mucho movimiento para que se vayan acostumbrando, por eso tienen que mantener una buena condición física.»
Sin sillas
Una de las razones que llevó al equipo a constituirse fue la posibilidad de tener personalidad jurídica y así postular a proyectos para abastecerse de un equipamiento para practicar este deporte. Hoy, ni siquiera tienen sillas de ruedas para rugby, las nueve que usan son de básquetbol y de propiedad de la Universidad de Viña del Mar. En el campeonato nacional será la primera vez que los jóvenes se subirán a una especialmente hecha para esta disciplina, ya que la Federación se las prestará mientras dure el torneo.
Claramente no es lo más óptimo, puesto que no entrenar con el equipamiento adecuado les podría pasar la cuenta en la competencia. Por ahora, tendrán que conformarse con eso, porque el alto valor de las sillas hace que actualmente estén fuera de su alcance. El valor de una básica para jugar rugby está entre el millón y medio, y los dos millones y medio de pesos. En tanto, las profesionales pueden alcanzar los 4 millones y medio. Una cifra inalcanzable para un grupo con una situación socioeconómica dispar y proveniente de distintos puntos de la región.
Como las sillas de ruedas, son varias más las necesidades que tiene el naciente equipo, por lo que apoyo es lo que más necesitan, más aún en la previa de su debut en el campeonato nacional. Por eso, como una buena noticia recibieron los jóvenes el compromiso hecho por el seremi de Desarrollo Social, Abel Gallardo, de apoyarlos con gestiones para obtener recursos, implementación o asesoría. «Si bien no tenemos un programa específico, estamos iniciando una tarea de coordinación con otras instituciones públicas, como por ejemplo, el Ministerio del Deporte, el IND o alguna fundación privada, como el Instituto de Rehabilitación de Valparaíso, con el propósito de ayudar a generar condiciones para que su deporte lo practiquen de manera profesional», asegura Gallardo.
Antes de terminar el entrenamiento, el primer equipo de rugby en silla de ruedas de la región, se reúne en torno a un círculo en el centro de la cancha. Se apoyan, aconsejan y bromean; tal como lo haría una familia. Un núcleo que quieren hacer crecer, y así sumar más hermanos a su sueño sobre ruedas.