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HISTORIAS DEL CAMPEONATO ARGENTINO

Por Nicanor González del Solar.

Buenos Aires, la gran ciudad, ha influido en todos los aspectos de la Argentina. Su magnitud, su cercanía con el puerto y, después, su crecimiento por la irrupción de inmigrantes y de la radicación de ciudadanos de otras provincias que buscaban bienestar y trabajo en la urbe más influyente, la transformaron en un coloso.

Por supuesto, el deporte tuvo su principal desarrollo en la Capital Federal y en su dinámico Gran Buenos Aires. Las influencias de los extranjeros (especialmente la de los ingleses) contagiaron a los “nativos” con los incipientes deportes. Algunos sufrieron cambios en sus nombres; otros no. Mientras el “football” pasó a ser el “fútbol”, el rugby mantuvo la denominación británica, que recordaba el colegio y la ciudad donde nació el juego de la pelota ovalada.

Las localidades del interior, poco a poco, adoptaron esos deportes, que tenían en sus comienzos un carácter puramente recreativo. Sin embargo, el “monstruo porteño” no las tenía en cuenta y en la mayoría de las disciplinas se aplicaba un criterio “unitario”: es decir, se alentaba el desarrollo regional y no nacional. La excepción la aportaba Rosario, por la exportación de granos y carnes, producidos en la Pampa Húmeda, que salían de su puerto o por el tren tendido por los británicos. Es por eso que los rosarinos crearon dos importantes clubes de fútbol y, en el rugby, el antiguo Rosario Athletic fue fundador de la Unión Argentina de Rugby.

Pasaban los años y los deportistas de las provincias no se resignaban al aislamiento. Planearon competencias entre ellos y, en el rugby , organizaron – en el año 1944 – el Torneo del Centro de la República, con la participación de Córdoba, Rosario, Paraná y el club Gimnasia y Esgrima de Santa Fe. Este certamen impactó a los porteños pues comprendieron que existía un rugby muy vital en distintas comunidades, más allá del que conocían en la mal llamada “Chicago argentina”. Fue entonces que, en la Asamblea de la UAR de 1945, se propuso organizar un Campeonato Argentino, con la participación de equipos del interior. Se determinó, además, que Buenos Aires presentaría dos combinados: Capital y Provincia. Lo curioso fue que también se invitó al Montevideo Cricket Club, que aceptó de buen grado. Así nació el mítico Campeonato Argentino, una competencia que contribuyó decididamente al crecimiento e integración del rugby nacional. En esta breve reseña histórica del certamen entre Uniones afiliadas a la UAR podemos sacar una conclusión: el rugby de nuestra patria consiguió algo extraordinario: la integración plena de las diferentes comunidades argentinas, pues participan en el Argentino desde Jujuy hasta Tierra del Fuego. Destacamos, con beneplácito, la concreción de un certamen plenamente federal, donde las fuerzas son parejas y el excelente nivel competitivo permitió que hombres de diferentes provincias se transformaran en Pumas. Hasta acá la génesis.

Pero es bueno recordar algunos sucesos , próximos al humor y a la emoción , que se produjeron en algunas de las ediciones de este mítico Campeonato Argentino de rugby.

Mi recuerdo inicial es cuando Salta debutó en la cancha de CASI, la primera vez que bajaba a Buenos Aires por el rugby. ¿Saben cómo ingresaron al campo de juego?. Cantando la zamba “López Pereira”, cuyos acordes reflejan el alma salteña. Los hombres del noroeste perdieron pero consiguieron que un niño- sí alguna vez fui joven- incorporara a sus vivencias a unos rugbiers de tonada exótica que irrumpieron con su canto típico.

Una vez, cuando elegían a los representantes del combinado de Provincia se produjo un equívoco y, en vez de citar a “fulano”, se convocó a “mengano” porque los apellidos eran parecidos. Sí, los dos eran terceras líneas y los dos muchachos poseían nombres que finalizaban de la misma forma. Los entrenadores comunicaron los elegidos a un empleado de la UAR (aglutinaba, entonces, a los conjuntos de Capital y de Provincia) y, como sonaban semejantes , pertenecían al mismo club y ocupaban la misma posición en la cancha, se incorporó al que no había sido preferido por los técnicos. ¿Qué hicieron cuando lo vieron llegar a la práctica? Nada que pudiera ofender al “convidado de piedra”, mal incorporado aunque no por su culpa. Entonces se quedaron con ese wing forward quien, por otra parte, cumplió satisfactoriamente en el Campeonato Argentino.

Durante muchos años la UAR fue reticente y le costaba tener en cuenta a los jugadores de las provincias. En 1963, cuando se disputó el Argentino, esa postura quedó superada gracias a la tarea de un cordobés, después Puma durante varios años. Fuimos a la ciudad serrana en la definición del certamen y, tal como se esperaba, la oposición fue tenaz. Pero lo que más llamó la atención fue la velocidad, la potencia y la capacidad para escapar a un tackle de un tercera línea petizo, morrudo y morocho, que tuvo a mal traer a los porteños. Su tarea fue sobresaliente y deslumbró a los dirigentes y a los representantes de la capital argentina. ¿Quién era? Raúl Loyola, Puma de 1965- los primeros- y, poco después, jugador del Belgrano Athletic. Su destreza para correr con la pelota era extraordinaria y todos advirtieron que había que aprovechar sus virtudes. Desde entonces, Loyola fue titular indiscutido en el equipo nacional. Siempre reflexionamos sobre la oportunidad: quizás, si Buenos Aires no hubiera ido a Córdoba en ese año, no se lo hubiera descubierto al formidable tercera línea.

En 1966, la definición del Campeonato Argentino se hizo en Tucumán. En una de las semifinales se enfrentaron Rosario y el dueño de casa, el aguerrido seleccionado “naranja”. A pesar del apoyo masivo, los rosarinos eran eficaces y no le dieron ninguna ventaja a sus rivales. Cumplido el tiempo reglamentario, estaban empatados. Jugaron, después, dos períodos adicionales y se mantuvo la paridad. Surgió allí un problema porque, en ese entonces, no estaba reglamentada una situación semejante. ¿Cómo se definía esa semifinal? Se paró el cotejo y los dirigentes cambiaron opiniones. La solución la aportó Carlos Tozzi, Presidente de la Unión Argentina de Rugby en ese momento. ¿Qué propuso?: Tirar una moneda al aire, después de que los capitanes eligieran “cara” o “ceca”, respectivamente. Así se hizo. ¿Qué equipo llegó a la final y enfrentó a nosotros, los porteños que, antes, habíamos vencido a Córdoba? Ya les cuento: autoridades de las Uniones de Rosario y Tucumán, el referí y, por supuesto, los jugadores rodearon a Carlos Tozzi. Por supuesto, los curiosos también irrumpieron y todos estaban expectantes. El titular de la UAR lanzó la moneda y parecía que el tiempo se detenía, que el pequeño redondel de metal se quedaba suspendido en el aire… De repente,, la explosión: ¡Ganó el sorteo Tucumán! ; ¡los “naranjas” son finalistas; ¡ la monedita nos ayudó!! .

Tras los gritos, una alegría masiva y, por el contrario, la desazón de los rosarinos. Mientras la gente local estaba exultante y unos se abrazaban con otros, nadie escuchaba al capitán de Rosario: afirmaba que la gente había gritado antes de que la moneda cayera en el piso… Como los jugadores y los hinchas rodearon al capitán tucumano, alguno pateó la moneda y, hasta hoy, persiste la duda: ¿De qué lado cayó y a qué equipo favoreció? Nunca se supo ni se sabrá jamás.

N.del E.: Muchas gracias Nicanor por regalarnos esta sonrisa.

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