Los planes a corto y largo plazo de nuestros principales adversarios ovalados en el continente hoy dan sus frutos y sacan cuentas alegres, en cambio, la constante renovación, la mayoría de las veces forzada y autoinfligida, que sufre el rugby chileno no permite un avance claro.
Quitando la presión por la derrota histórica frente a Brasil de local, el plantel que hoy disputa el ARC, es uno que apunta a otros objetivos, de tres a cuatro años o más, las edades de sus jugadores así lo reflejan, primeras líneas jóvenes para el puesto, terceras debutantes que vienen del M20, etc. El drama nacional viene por otro lado, afuera.
Hoy el problema de Chile es ver si podrá sostener esos tres a cuatro años o más sin cambios de algún tipo en sus estructuras, esa es la tarea más difícil y compleja, donde habrá que poner toda la atención si se pretende, cambiar para bien, el futuro ovalado nacional. Fuera de la cancha. Donde los jugadores no tienen nada que ver.
En términos de trabajo dentro del campo, solo desde 2012 a la fecha el rugby nacional y sus seleccionados han visto pasar por el rol de Head Coach Nacional a entrenadores de Argentina, Australia, Interinos nacionales, Francia y hoy uno de Nueva Zelanda, para bien o mal, todos con sus estilos e idiosincrasias muy distintas. Mismo periodo de tiempo, o un poco más, el seven nacional ha mantenido una misma estructura. Con los mismos jugadores del medio local. Y mirando afuera, Uruguay logro acceder a dos mundiales consecutivos.
Al jugador nacional hoy lo siguen colocando en situaciones donde debe enfrentar con estampa quijotesca nuevos y más nuevos procesos cuando se observa claramente que es afuera de los 80 minutos donde se debe poner el foco, algunas cosas claramente no se están haciendo bien, otras sí, no tantas como se quisiera, pero es mucho lo que falta por delante con cada vez menos tiempo y margen de error, lamentablemente se ha tardado más de lo presupuestado una reacción contundente de mejora, y es probable que siga demorando, lo que queda claro es que los chicos que salen a jugar por su selección no se colocan esa camiseta con la concepción de perder, pero si les hacen falta las herramientas para ganar, las cuales tienen que llegar en forma estructurada y planificada haciendo un circulo virtuoso dentro y fuera de la cancha.
Hoy cuesta comprender que con más rugby que nunca practicándose en Chile pareciera que no se sabe qué hacer con él. Tienes asociaciones en control de torneos nacionales, asociaciones sin rol preponderantes en sus zonas o casi inexistentes, desaparecen torneos por falta de equipos y/o apoyo, clubes/equipos sin presupuesto se quedan sin competencia porque otros deciden abandonar la región para competir, no se tiene competencia de menores ni de juveniles serias. Al final, todo vuelve a conducir hacia afuera de la cancha y no dentro.
Queda en poder de las personas que conforman el rugby nacional, en el área de la toma de decisiones, ponerse de acuerdo (federación, asociaciones y directivas de clubes) o que aparezcan nuevos actores.
Una vez que se ordene y se firme un armisticio en pos de levantar el rugby chileno y a sus jugadores, la cosa va a cambiar, pero no antes. No ahora.