Este sábado se vivió a puro rugby, Nacional de Clubes, Copa de Europa, Sudamericano de Mayores, Super Rugby… pero en la ciudad de La Plata, Argentina, se vivió un partido muy especial: La Plata Rugby Club vs. Club San Luis, clásico platense, semifinales de la Copa Buenos Aires y teníamos a nuestro corresponsal URBA en el lugar.
Hace dos semanas este partido se repitió por la fase de grupos, donde La Plata se llevó los puntos por un 19-26 en la cancha marista (como se conoce a San Luis por su relación con el colegio del mismo nombre), pero lo que es destacable es el «detrás de escena» de este encuentro.
El mundo del rugby platense se revolucionó, entre el público se veía gente de Los Tilos, Universitario, Albatros, Ensenada… todos los clubes de la zona estaban pendientes de este encuentro y ni hablar de las hinchadas de los contendientes, te hacían temblar con sus canciones, dignas de cualquier gran estadio de fútbol, pura pasión.
Los costados de la cancha estaban llenos de vida, los chicos de la M13 vendiendo unas espectaculares «pastafrolas» con café para irse de gira a fin de año, los familiares de los jugadores que alentaban en el alambre, las chicas mirando a tal o cual jugador en la esquina, todo un mundo rodeaba la cancha de Gonnet.
Entraban los equipos a la cancha y los 30 jugadores mostraban en la mitad un gran cartel que alentaba al respeto del público, se realizó un minuto de silencio por el fallecimiento de «Manucho», personalidad del rugby de la zona, kick-off y silencio total en las graderías, la semifinal había comenzado.
El partido fue un lujo, escapadas de «Panchito» Albarracín que hacían bajar los gritos de «Mago, genio!», los topetazos de los forwards maristas que provocaban un «Uhhh!» que sonaba en todo el lugar… pero la definición del partido fue lo verdaderamente memorable:
Estamos a dos minutos para el final, los canarios abajo por dos puntos, vuela un drop, adentro, 25-24 y la tribuna que explotaba. Salen los maristas de la mitad, llegamos al tiempo cumplido y el arbitro levanta su mano, «Se termina» decían los locales, pero… penal a los palos para San Luis, si lo meten pasan a la final contra Lomas. El pateador acomoda la pelota, no vuela si una mosca, solo se escuchan algunos murmullos, muchos ni quieren ver… pelota en el aire y «Ufff…» se va por el segundo palo, final del partido y los maristas que no lo pueden creer, regalaron el resultado en la última jugada.
Salimos del club y se escuchan cantos de todos los de amarillo para el pateador de San Luis, que aún debe estar pensando en ese segundo… un partido para olvidar, o recordar para siempre.
(Crédito Foto: Mauricio Nievas)
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