Un pie en la línea en una escapada clave, un resbalón en los descuentos que desestabilizo la defensa. Dos momentos que marcaron el final de un vibrante partido, parejo en todo sentido dentro de la cancha, pero que afuera, en las estructuras deportivas de ambas selecciones, era un David v Goliat que lo gano Irlanda con esa cuota de fortuna.
Fue un 17 a 12 que se definió en el minuto 16’ donde ambos desarrollaron un juego muy parecido y donde todo pasaba por el tiempo de posesión para definir, y tal como dijo Olfos en el entretiempo “el que tenga más jugadores en el suelo pierde” y en esa última jugada así fue.
También pesara esa patada que no llego a destino en la conversión y que habría dejado arriba en el marcador a los cóndores y con algo más de aire para terminar. Una materia que sigue pendiente y se debe seguir trabajando ya que por lo general los partidos de Chile no son de amplios marcadores, ni a favor ni en contra, por lo que cada punto cuenta.
Ahora Chile, agrupado en la zona de Bowl deberá medirse frente a Tonga.